sábado, 25 de febrero de 2012

Capítulo 6 : Te amo, ¿y tú? Vale, ya sé que es imposible.

POV de Soubi.

En tres palabras:
ODIO-A-ALOIS

Fin POV de Soubi.

La semana trascurrió sin mayores eventos... Vale, a veces miento como un bellaco:
La llegada de los dos hermanos causó una gran conmoción. Todos los hombres se morían por conocer a Catherina y por seducir a Alois, y las chicas... simplemente odiaban a Catherina y les repelía Alois. Pensaban que sería mucho mejor que aquella familia nunca hubiese tocado el instituto. Parecía que los únicos que nos alegrábamos por su llegada éramos Shinichi, Momo y yo, porque con lo que respectaba a Takashi y Soubi... Takashi simplemente no se hablaba con Catherina y no le prestaba atención a Alois, y Soubi sólo hablaba con Catherina cuando era necesario y a Alois... parecía querer asesinarlo con la mirada. Cada vez que lo veía su aura parecía oscurecerse haciendo que su rostro solo reflejara una expresión de odio y furia. No entendía su comportamiento, pero cada vez quería entenderlo menos, pues desde que llegaron los hermanos, empezó a hacer acercamientos más descarados con Shinichi, a flirtear más abiertamente con toda persona que se le pusiera delante y a provocarme con miradas insinuantes que me dirigía cada vez que lo hacía. No lo soportaba. Era doloroso y humillante para mis sentimientos, además de totalmente injusto, porque yo no había elegido enamorarme de él, así que no quería tener que sufrir los caprichos de mi corazón. Por lo que cada vez que presenciaba una escena como aquella, corría a refugiarme en los brazos de Alois que habían resultado ser realmente reconfortantes. No es que corriera llorándole como un bebé, el simple hecho de hablar con él me alegraba lo suficiente como para no derrumbarme delante de todo el mundo. De vez en cuando me abrazaba o me daba besos en la mejilla mientras decía : “No sabes lo mucho que significas para mí”. Pero no eran besos incómodos, sino besos llenos de ternura limpios de segundas intenciones, y se sentían muy gratificantes después de contemplar semejantes actos de Soubi. Incluso llegué a pensar que el cariño de Alois podría borrar la imagen de Soubi de mi mente, pero fui demasiado iluso: ninguna amistad, por muy buena que sea, es capaz de curar las cicatrices del amor.

-¿Cuando piensas quitarte ese disfraz? -me dijo un día Alois en la hora de la comida. Habíamos subido a la azotea y tuve que dejar de comerme mi bola de arroz para mirarle y observar interrogante su expresión molesta.
-¿A qué te refieres? -pregunté apartando la mirada.
-Lo sabes perfectamente. ¿Es que nunca te vas a volver a mostrar tal y como eres? -dijo hincándose delante mía.
-Alois, ya te lo he explicado... Por favor deja el tema -repliqué intentando seguir con mi comida.
-¿¡Pero qué ha sido el hermoso Ciel que me robó el corazón?! -dijo imitando a un caballero mientras se tapaba la frente con el dorso de la mano en gesto teatral.
-Calla bobo -dije mientras sonreía.
-¡Oh! ¡Eso es! ¡Sonríe! Por lo menos tu sonrisa no ha desaparecido. Me moriría si no la llegase a ver más.
-Deja de hacer el tonto.
-Hummmm... Quiero ver más esa sonrisa -por lo que se tiró encima de mí tumbándonos a los dos en el suelo mientras me hacía cosquillas. Momentos como aquellos merecían la pena, en los que sólo nuestras risas inundaban el ambiente, transportándome a recuerdos que creía olvidados en los que hacíamos promesas inocentes y nos entreteníamos con el más mínimo detalle.

POV de Alois.

Amaba su risa, era como una droga. Sólo quería oír más y más de aquella preciosa melodía. Hacía sólo un par de días que había llegado, y Ciel no me había dado ni una sola oportunidad para poner en marcha mi plan pues, cada vez que parecía que mis “acercamientos” estaban causando efecto en Soubi, Ciel decidía que no quería estar allí, porque no aguantaba la mirada de Soubi. Sí. Después de insistir e insistir, conseguí que me confesara que estaba enamorado de él, pero como supe que no me creería si le dijera que Soubi también lo estaba de él, decidí que era mejor seguir con mi estrategia. Y cual fue mi sorpresa, al divisar por el rabillo del ojo, cómo la puerta de la azotea se abría ligeramente. No me hizo falta ver todo el cuerpo de la persona que entraba para saber que era Soubi, así que aproveché la situación. No iba a dejar pasar una oportunidad tan buena como aquella. Por lo que, echando mano de la posición en la que nos encontrábamos (los dos en el suelo y yo encima de Ciel), dejé de hacerle cosquillas para depositar un suave, delicado y dulce beso en una de sus mejillas, pero claro, eso Soubi no lo sabía, y desde el ángulo que nos estaba mirando simulaba perfectamente una escena de un beso en los labios.
Ciel no se resistía a ello, pues sabía perfectamente que yo no tenía ningún deseo físico hacia él, era simplemente amor incondicional fraternal (aunque no tuviéramos lazos de sangre), pero (una vez más), Soubi no lo sabía, así que presenciar esa escena fue suficiente como para que soltara un puñetazo en la puerta haciendo que interrumpiéramos nuestro “beso” para mirarle. Nada más verle, Ciel se puso nervioso y colorado, producto de la preocupación que le causaba que Soubi pudiera malentendernos. Pero eso era precisamente lo que yo pretendía, así que no pensaba dejar que Ciel estropeara mi brillante actuación.

-¡S-s-s-s-s-s-soubi! -dijo al fin. Intentó levantarse pero yo lo volví a tumbar.
-¿Necesitas algo? -le pregunté al intruso.
-Sólo buscaba un lugar tranquilo en el que descansar, pero veo que este ya está ocupado -siseó con la voz más dura que había escuchado jamás. ¿Me iba a intimidar? ¡Já!
-En efecto, así que si nos disculpas... -dije mientras le devolvía la vista a Ciel-... estamos ocupados.
-¿A-a-al.. Alois? -dudó Ciel totalmente confundido. Me dio pena, así que le guiñé un ojo, a lo que pareció calmarse bastante.
-¿Aún sigues ahí? -le pregunté a Soubi con una mirada de desprecio.

Ante esto no respondió, simplemente abrió la puerta y se fue dando un portazo.


POV de Soubi.

Maldigo el día en que me encapriché de su sonrisa, de sus ojitos inocentes, de sus palabras sinceras y de su cálida ingenuidad. Creía que había conseguido ponerle celoso, pero desde que llegó ese criajo del demonio, el único al que se le carcomieron las entrañas de envidia fue a mí. Antes de que llegara a mi vida, no me importaba pasar cada noche con un sujeto diferente, pero desde que lo conozco, sólo puedo pensar en él cada vez que me acerco a una persona. Sea hombre o mujer, su rostro siempre está en mi cabeza, y es algo verdaderamente insoportable. Creí que podría manejarlo, que podría guiar a aquel pequeño ángel hasta mis brazos, pero poco a poco me di cuenta de que el único que había sido atrapado era yo. Y aquel Alois... ¿Sería legal matar a un menor si tu justificación es “se ha pegado mucho a la persona que amo”? No, por desgracia no. Pero realmente lo que me enfurecía era que Ciel se dejara tocar y manosear por aquel tipo y en cambio rehuyese mi tacto como si le hiciera daño. De acuerdo, yo lo provocaba, pero siempre me ha gustado ver las reacciones de las personas que me gustan, TODAS sus reacciones. Pero esto ya ha ido demasiado lejos: ¿Yo no puedo ni acariciarle la mejilla sin que recuerde lo que le ocurrió y Alois sí que puede besarlo? No, eso es totalmente injusto.

-¡Soubi!¡Espera! -al darme la vuelta, contemplé como un sofocado y jadeante Ciel se acercaba a mí. Lo dejé regular su respiración y después me miró con una sonrisa inocente. Eso sólo me enfureció más: ¿cómo estaba tan campante después de hacer aquello?
-¿Qué quieres?- respondí con un odio que realmente iba dirigido hacia Alois.
-O-oh... bu-bueno yo, solo quería... lo de arriba era... h-ha sido -verle intentando encontrar unas palabras que no expresaban nada mientras miraba al suelo y se retorcía la camisa con ambas manos sólo hizo que me enfureciera más. ¿Por qué eres tan natural con él pero ni siquiera puedes mirarme a la cara cuando me hablas?
-Tengo prisa, así que llámame cuando te acuerdes lo que me ibas a decir -dije dando media vuelta para alejarme de él, pero sentí un leve tirón en mi manga, y no pude abrir más los ojos cuando observé que Ciel me había cogido por la tela mientras me miraba agobiado y temeroso. Al ver sus ojos desbordantes de lágrimas, el color de sus mejillas semejándose al de sus labios, las manos temblorosas y el aura amenazada, la racionalidad abandonó todo mi ser.
Le cogí por la muñeca de la mano con la que me sujetaba, lo conduje hasta la primera clase abierta que encontré, atranqué la puerta con una escoba y lo llevé a la parte más alejada de la puerta y las ventanas para evitar posibles fisgones. Sin darle tiempo a reaccionar, lo tumbé sobre una mesa y lo besé con toda la furia, el deseo y la pasión contenida.

-¡S-s-soubi!¡No! -dijo cuando metí mis manos por debajo de su camisa. Pero callé esas palabras con otro beso aún más feroz y posesivo que el anterior

Poco a poco las súplicas se convirtieron en jadeos y el miedo en lujuria. Mi lengua exploraba su paladar e incitaba a la suya a hacer lo mismo con mi boca. Sin romper el contacto, le quité las gafas y le levanté el flequillo; le dejé de besar durante un momento sólo para poder contemplar como aquellas dos perlas azuladas me rogaban a través de dos cortinas de lágrimas producidas por el placer. No me pude contener más cuando su dulce aliento chocó contra mi cara, así que volví a sellar nuestros labios esta vez succionando no solo su boca, sino también su lengua, mordiéndola y retorciéndola causándole pequeños gemidos que se ahogaban en nuestras bocas. Paseé mis labios por su cuello, besándolo y marcándolo como mío, mío y solamente mío. Fui desabotonando su camisa hasta que esta se deslizó por sus hombros, donde deposite un suave aunque provocador mordisco, a lo que este respondió con un leve gritito muy satisfactorio. Cuando miré su cara, me di cuenta de que este tapaba la boca para no dejar salir los sonidos que se formaban en su garganta, pero no podía permitir aquello. Le retiré la mano y le volví a besar. Cuando me separé de él, dije en su oído mientras lo rozaba con los labios:

-Déjame escucharte -después mordí el lóbulo, a lo que respondió con un gemido sonoro y cargado de placer-. Así me gusta -volví a susurrar en su oído. Al devolver mi vista a su pecho, ahora descubierto, descubrí que me había vuelto adicto a sus pezones. Tan rosados, erectos e inocentes. Dejé un reguero de besos desde su cuello hasta sus botones; primero deposité un beso, causándole un leve suspiro que subió de nivel conforme yo aumentaba la intensidad de este y la presencia de mi lengua hasta que auténticos gemidos salían de sus labios. Y no pudo hacer nada más satisfactorio que jadear cuando lo succioné con todas mis fuerzas, dejándolo aún más erecto y colorado (si es que era posible). Pero justo cuando estaba a punto de repetir la acción en el otro, el timbre que indicaba el fin del receso encendió el miedo de que alguien pudiera vernos así. Por Dios, ¡estábamos en una clase! Lo vestí lo más rápido que pude, haciendo lo propio conmigo mismo, y aparté la escoba de la entrada, llevándolo por los pasillos hasta su clase sabiendo perfectamente que si le dejaba allí solo, no sabría ni encontrar la salida del colegio: aún seguía encendido por lo anterior y su mente todavía no funcionaba con normalidad.

-¡¿Cómo hemos llegado aquí?! -preguntó de repente. Sólo pude sonreír ante su expresión de desorientación.
-¿El hecho de saber cómo hemos llegado hasta aquí es lo único que te interesa? -dije con perversidad. Este no respondió, solo calló y miró al suelo mientras se ruborizaba hasta las orejas.
Mientras le llevaba por los pasillos estaba feliz, pues lo tenía cogido de la mano, y esto parecía no molestarle en absoluto. Pensando en lo que le acababa de hacerle, le conduje hasta su clase, aunque antes de llegar, le aparté a un lado y le di un beso tierno y... nada esperado en mí.
Esperé a que abriera los ojos para hablar, pero justo cuando parecía que podría decirle lo que significaba para mí, una voz nos sacó de nuestro mundo.

-¿Ciel? ¿Es que quieres ponerte enfermo? -miré con furia como Alois estaba parado enfrente nuestra con el rostro lleno de superioridad.
-¡A-alois! -dijo mientras se apartaba de mí. Él no lo sabía, pero el simple gesto de separarse de mí sólo porque nos hubiera visto Alois, me rompió el alma.

¿Lo único que te importa es que nos vea él? Muy bien, tranquilo. No volveré a tocarte. Ya no.


Fin POV de Soubi.

Estaba treméndamente feliz porque Soubi me hubiera besado y tocado de aquella forma. Pero, ¿debería alegrarme porque me tocara con las mismas manos que a todos los demás?¿Porque me tratara igual que a todo el mundo? Pues era seguro que no sólo hacia eso conmigo, sino que yo era una reserva para cuando no encontrara nadie. Así que, ¿debería alegrarme aún sabiendo eso? No lo sé. Lo único seguro es que mi cuerpo y mi mente nunca se han sentido tan bien como cuando me tocó en el aula. Por eso pude sacar algo en claro: este amor sería más doloroso que placentero.
Pero realmente me emocioné cuando antes de llegar a mi clase, me apartó a un lado y me besó tan cariñosamente, pues (aunque pareciera mentira), pude ver una milésima parte del amor que sentía yo por él en su mirada. Creí que me iba a decir algo como “Yo también te quiero” o “Eres importante para mí”, pues nunca vi en su mirada una expresión tan seria, decidida y brillante. Pensé que por fin se había cumplido mi sueño de que correspondiera a mis sentimientos, pero justo cuando separó sus labios para empezar a hablar, Alois apareció en escena.

-¿Ciel?¿Es que quieres ponerte enfermo? -instintivamente me aparté de Soubi, porque Alois me había advertido que si me veía cerca de Soubi, lo destruiría automáticamente por intentar hacerme daño. Pero, ¿cómo explicarle que yo deseaba eso? Justo cuando intenté hacerlo Soubi se marchó con paso ligero, y aunque él no lo sabía, el simple gesto de separarse de mí sólo porque nos hubiera visto Alois, me rompió el alma.

¿Tanto le avergonzaba que me vieran con él? Sí. Debía de ser eso porque, otra cosa no podía ser... ¿verdad?

martes, 21 de febrero de 2012

Capítulo 5: Por favor, enséñame a amar.

Por fin amaneció el lunes, y aunque no me gustaba la idea de volver a encontrarme cara a cara son Soubi, tenía ganas de ver a Catherina, que se supone llegaba ese día. Al llegar, me asombró que casi todo el instituto estuviera fuera. Estaba a punto de tocar el timbre, así que no entendí el por qué de tanta conmoción. Pero no les presté atención. Estaba acostumbrado a que cada vez que los mirara me respondieran con desprecio, así que ni siquiera les eché a un vistazo.
Vislumbré a mi hermano entre la multitud, por lo que me dirigí hacia él inmediatamente, aunque el encontrarme con que también estaban Mo-chan, Takashi y... Soubi, no me hizo mucha gracia (sobre todo Soubi).

-¡Buenos días Kawaii-kun! -gritó Mo-chan nada más verme. Todos me miraron, y me estremecí al ver como la expresión de Soubi pasaba de la seriedad a la picardía en un segundo.
-Buenos días chicos -respondí-. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué hay tanta gente?
Takashi sólo me miró mientras señalaba el cielo. Yo no lo entendí muy bien, pues al mirar hacia arriba sólo vi el cielo, una paloma y los molestos rayos del Sol que me hicieron apartar la mirada inmediatamente.
-¿Qué quieres decir? -pregunté a la nada parpadeando fuertemente intentando recuperar la visión. Sentí como alguien me cogía del brazo. Miré hacia mi derecha, era Shinichi, que me miraba con una amplia y emocionada sonrisa en el rostro.
-Es Catherina.
-¿Catherina? ¿Dónde está? -y al igual que Takashi, me señaló el cielo, pero esta vez, casi se me salen los ojos de las órbitas al observar como un helicóptero de magnitudes épicas recorría el colegio a una altura bastante alarmante.
-Por favor... dime que no es ella -supliqué de rodillas aún recuperándome de lo que acababa de ver.
-Jeje... Ya sabes cómo es Catherina -respondió con una gotita de sudor rascándose la nuca.
Pero cuando volví a prestar atención al helicóptero me di cuenta de que... ¿estaba volando en círculos?
-¿Por qué vuela así? -dije totalmente recuperado.
-Es que... Catherina ha querido aterrizar ella sola...
-¿¡CÓMOOOOOOOOO!? ¿ES QUE QUIERE MATARNOS A TODOS? ¡PERO SI NO SABE NI LLEVAR UN PATINETE! -grité temiendo por mí seguridad.
-Pero ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza... no hay quien se lo saque.
Ahora entendía por qué toda la gente estaba allí fuera. Sin duda era todo un espectáculo ver cómo intentaba aterrizar.

Media hora después llena de gritos de los profesores en un patético intento porque entráramos en clases, el helicóptero tocó tierra. Cuando se abrió al puerta, una chica elegante y hermosa salió dejando grabado en la mente de los chicos la más pura atracción y en la de las chicas unos celos cincelados con rabia por tener que reconocer que aquella persona tenía mucha clase. Cuando abrió los ojos, un suspiro de admiración llenó el ambiente, pues sus ojos eran incluso más lilas de lo que recordaba, ahora parecían brillar por sí solos. Pero todo rastro de delicadeza se esfumó en cuanto nos vio a mi hermano y a mí, pues se lanzó hacia nosotros como gato a punto de atrapar su ratón.

-¡SHINICHI!¡CIEL! -inmediatamente caímos al suelo aplastados por 60 kilos de pura adrenalina. No malentendáis su peso, lo que pasa es que es una chica muy atlética y alta, por lo que sus músculos están muy desarrollados, y aunque no se notan a simple vista, podrían levantar 50 veces su peso (no, en serio. 50 veces)
-¡CATHERINA! -exclamó inmediatamente Shinichi.
Se llevaban muy bien, hasta el punto de sentirse como auténticos hermanos, por lo que no sentían ningún pudor a la hora de hablar.
-¡Mis dos capullitos favoritos! -respondió ella efusivamente. (No os equivoquéis: capullitos de flor)
-Ca... C-Cath... me ahogas... -intenté defenderme de su abrazo, cosa que resultaba imposible.
-¡Ups! Perdona Ciel pero hacía tiempo que no os veía y... ¡estás súper alto! Creía que te habrías quedado pequeñito.
-Sólo mido 1'59, soy el más bajo de todo mi curso -respondí con una gotita de sudor.
-Pues imagínate cómo creía que eras … -respondió en un susurro imperceptible. Sí, sin duda, aquella era Catherina.
-¿Y quiénes son Mo-chan y Takashi? -preguntó mirando en todas direcciones.
-¡Hiiiiiiiiiiiii! -respondió Mo-chan agitando el brazo.
-¡Holaaaa! Tú debes de ser Mo-chan ¿ne? -preguntó con una sonrisa.
-Sip. Encantadoo -dijo con una sonrisa gatuna.
-¡Ohhh! ¡Eres más mono de lo que imaginé! -dijo con un abrazo, y Mo-chan, muy lejos de sentirse avergonzado, le respondió al abrazo mucho más fuerte. Por lo que vi, alguien había encontrado a al orla de su zapato.
-Yo soy Takashi y te agradecería que dejaras a Mo-chan -dijo separándolos con aire amenazante pero con la misma sonrisa falsa de siempre.
-Mmmhhh... Eres tal y como decía en las cartas... Creo que no nos llevaremos bien -respondió ella imitando su sonrisa.
-Por mí de acuerdo -contestó el otro.
Sí, a todos los presentes la situación nos resultó tan rara como incómoda, no supimos si era una manera de saludarse o realmente hablaban en serio.
-Bueno -dijo al fin Catherina ignorándolo-. ¿Y tú eres...? -prosiguió mirando a Soubi con curiosidad, pues era el único a parte de nosotros que se había acercado lo suficiente a ella como para pertenecer a nuestro grupo.
-Me llamo Yumeji Soubi. Mis amigos me llaman Soubi, así que llámame Yumeji -respondió con una sonrisa. Esto último crispó un poco a Catherina, pero le gustaba la gente así, supuse que se llevarían bien.
-Encantada, Soubi -dijo ella tendiéndole la mano. Por la sonrisa que le dedicó este, supe que también la había caído bien. Aceptó su mano, y sólo por fastidiar, en vez de estrecharla, se inclinó para posar un beso sobre el dorso, mirándome mientras lo hacía. Aparté los ojos inmediatamente. “No era mío. Aquel beso no era mío y nunca sería mío” pensé sin poder evitarlo intentando ignorar el sentimiento de dolor que se filtraba en mi pecho.

-¿Hola?¿Es que nadie me va a presentar? -se escuchó una voz detrás de nosotros, pues le habíamos dado la espalda al helicóptero. Cuando nos giramos descubrimos a un chico más o menos de mi altura, con el cabello rubio y liso cubriéndole la mitad de sus ojos, de un azul cristalino tan pálido que se asemejaban a dos perlas transparentes. Estaba sostenido sobre una pierna mientras dejaba descansar una mano en su cadera y la otra la utilizaba para apartarse el pelo de la frente con un toque de dramatismo. Su expresión denotaba una personalidad fuerte y brusca, se mostraba desafiante y perspicaz, pero sobre todo emanaba superioridad. Se deslizó hasta nosotros con pasos lentos, decididos y gráciles, mientras dirigía miradas insinuantes a todos aquellos que se atrevían a cruzarse con sus ojos. De pronto, un recuerdo se formó en mi mente:

“Dos niños jugaban en el mullido césped de un jardín que no parecía tener fin para los pequeños. Reían y jadeaban, producto de sus juegos y de sus carreras, en los que se abstraían del mundo para adentrarse en uno en el que sólo existían ellos dos. Entonces, el rubio le dijo a su compañero:

-Ciel, de mayor tú y yo nos casaremos ¿prometido? -preguntó con una sonrisa esperanzada. El otro dudó de lo que debía decir, pero tal era la devoción que sentía por él, que aceptó sin pensar si quiera en lo que significaban sus palabras.
-Sí, Alois y Ciel estarán juntos para siempre -respondió con otra sonrisa”


Osea que... aquel niño tan adorable y cariñoso se había convertido en el prepotente de hoy... Ahora lo recordaba. Pero nadie tuvo tiempo de decirle nada, pues nada más llegar a nuestra posición, Catherina le dio tal golpe en la cabeza que lo dejó tumbado en el suelo, aturdido y furioso.
-Deja de provocar -justificó Catherina enfadada y, como si nada hubiese ocurrido, continuó-. Chicos, este es mi hermano Alois. Alois, ellos son Soubi, Mo-chan y Takashi -fue recorriéndolos a todos con la mirada cargada de impaciencia-. Supongo que recuerdas a Shinichi.
-Cuánto tiempo Alois, me alegra volver a vert... -comenzó mi hermano.
-Felicidades, pero lo que yo quiero saber es dónde está Ciel -interrumpió Alois ganándose otro golpe por parte de su hermana.
-No seas maleducado. Shinichi continúa -dijo con una sonrisa en el rostro. Todos estábamos perplejos por cómo se trataban, resultaban realmente cómicos.
-N-no, déjalo, es igual -dijo excusándose.
-Como quieras. Bueno, Alois, aquí está tu tan ansiado Ciel -dijo extendiendo la mano hacia mí. No supe cómo debía presentarme después de tanto tiempo, pero Alois me “ahorró” la molestia de planteármelo.
-¿Dónde? -dijo mirando en mi dirección. Todos le miraron interrogantes.
-¿Cómo que dónde? Pues ahí -me volvió a señalar Catherina.
-¿Detrás del pringado? A ver, tú -dijo dirigiéndose a mí-, aparta de ahí -dijo dándome un empujón. Pero al no ver a nadie le replicó a su hermana enfurecido :- ¿Es que era mentira que Ciel estaba aquí y ha sido todo una treta de papá para que me viniera contigo?
-Alois -dije.
-¿Qué quieres tú? -preguntó con el tono más despectivo con el que fue capaz.
-Y-yo... bu-bueno, … es que yo... -intenté decir nervioso por ver cómo se impacientaba y enfurecía.
-“Y-y-y-yo” ¿Tú qué? -me dijo exasperado.
-¡Él es Ciel cabeza de merengue! -gritó Caherina. Y un paréntesis... ¿cabeza de merengue?¿No tenían mejores insultos en Noruega?
Me dirigió una mirada incrédula. Me miró de arriba abajo y como si de repente hubieran pulsado un interruptor, empezó a reír a pleno pulmón.
-Oh, venga ya. ¿No te podrías haber inventado algo más creíble? Yo que sé, como que a Ciel se lo ha comido Pepito Grillo o algo así -dijo sin parar de reír. Pero al observar las serias miradas que le dirigían todos, compendió que aquello estaba muy lejos de ser una broma.
No le culpé por no reconocerme. En aquellos tiempos yo aún no me había encerrado en mí mismo, por lo que sólo recordaba de mí al parte alegre, feliz e inocente, no sabía nada del actual Ciel, y seguro que fue un palo ver a la devoción de tu infancia convertido en... bueno, en “eso”.
-... ¿Ciel? -me preguntó mientras alzaba una mano en mi dirección, como queriendo asegurarse de que no era una ilusión. Primero tocó mi cabello, después paseó su mano por mi mejilla, haciéndome estremecer ligeramente, y nada más notar mi ligero espasmo, retiró su mano como si de repente mi piel le hubiese quemado los dedos.
-Eres realmente tú... -dijo aún sin creérselo-. Sin duda, sólo tú haces esa expresión con el ceño. Oh Dios mío, Ciel. ¡Ciel! -dijo cambiando repentinamente de actitud abrazándome.
-¡Uuaah! -dije, pues me abrazó con tal fuerza que ambos caímos al suelo.
-¡Oh, Ciel! ¡Tengo tantas cosas que contarte! Y por lo que veo tú también a mí, ¿por qué este pelo? ¿Y estas gafas? ¿Y la ropa horrenda? -dijo tocando las cosas mientras las iba nombrando.
-¡Bah! Da igual, lo importante es que por fin estamos juntos otra vez -dijo volviéndome a abrazar y haciéndome perder la poca estabilidad que había conseguido.
-Alois... m-me asfixias -parece que los dos hermanos tenían el mismo fetiche.
-No seas quejica, ¿es que acaso no te alegras de volver a verme? -dijo cogiéndose a mi cuello. No sabía cómo controlar la situación.
Pasase lo que pasase hace 12 años, se ve que fue algo importante, porque no podía ser que me tratara así sólo porque le dije que me casaría con él de mayor... ¿ o sí? Pero poco me importaba eso, pues mi dolor fue aún mayor cuando observé la dureza de la mirada de Soubi. ¿A qué se debía? Ni idea, sólo tenía la certeza de que iba dirigida a mí y de que hacía mucho daño, por lo que sólo acerté a romper el contacto visual. Pero la voz de Alois me sacó de mis cavilaciones:
-Tranquilo Ciel, yo te ayudaré -me susurró en mi oído. ¿Que me ayudaría? ¿Me ayudaría a qué?

POV de Alois

Al principio me costó aceptar que aquel fuera Ciel, pero en cuanto vi la adorable manera en que sus cejas se retorcían de vergüenza por mi roce, no me quedó ninguna duda de que era él, así que sorprendido retiré mi mano. ¿Lo había encontrado?¿Aquel al que más quería en el mundo? En ese momento decidí que amaba a quien fuera que me hubiese hecho reencontrarme con él. Con la persona que en los momentos más oscuros de mi vida, trajo luz a mis días, con aquella que ha estado en mi corazón todo ese tiempo con el único deseo de protegerlo y mimarlo para que nadie le haga daño. ¿Pero por qué vestía así? ¿Por qué tapaba el cuerpo que yo quería proteger? ¿Y cuál era la razón de que ocultara el rostro que tanto tiempo había estado buscando?
No pude pensar mucho más en esto, pues mientras me regocijaba en sus brazos por haberle encontrado después de tanto tiempo, me di cuenta de que su mirada se encontraba fija en mi espalda. Cuando me giré vi como dos ojos oscuros y llameantes nos miraban con furia y... celos. Una envidia corrosiva y desgarradora llenaba el aura de aquel muchacho y, por la manera en la que reaccionó Ciel cuando se miraron, supe inmediatamente lo que pasaba entre ellos.
Osea que mi queridísimo Ciel se había enamorado, y al parecer aquel chico (aunque intentara ocultarlo) también lo había hecho de él. Nada más ver cómo era la persona que nos miraba supe que no estaba acostumbrada a sentir celos, sino que era más propicio a provocarlos. Pero quise estar seguro, por lo que me volví a abalanzar sobre Ciel y al observar divertido como aquel tipo echaba mano de todo su autocontrol para no saltarme encima supe que ya había encontrado la manera de echarle una mano a mi amado Ciel: ayudarle a entrar en el corazón de aquel tipo.
“Oh, mon ami. No sabes el infierno que te espera. Desearás no haberte enamorado de Ciel, pues los celos que vas a sentir van a superar límites insospechados. Si pensabas que iba a dejar que te aprovecharas de mi Ciel estás muy equivocado. Prepárate, pues todo aquel que quiera ganarse su corazón, tendrá que pasar por encima de mí.”

-Tranquilo Ciel, yo te ayudaré -le susurré en el oído.

Sí. Lo ayudaría a dominar el corazón de aquel muchacho y a controlar el deseo de su mirada. Le enseñaría a desarmar a un hombre con tan sólo una mirada y a tejer la más perfecta red de sensualidad. Ciel: te enseñaré a amar.

viernes, 17 de febrero de 2012

Capítulo 4: He vuelto a caer en la tentación del amor

Así pasó el tiempo: yo tenía dos nuevos amigos, un hermano contento, un colegio celoso y un pervertido protector. No podía pedir más. Cada día, Mo-chan y Takashi me iban mostrando lo buenas personas que eran. Me esperaban en la entrada del colegio, me acompañaban hasta la estación, se quedaban conmigo en los recesos y todo ello sin pedir nada a cambio. Poco a poco me permití el lujo de llamarles amigos, y muy gustoso dejé que ellos me lo llamaran a mí. Al principio me daba mucha vergüenza que Mo-chan me llamara “Kawaii-kun”, pero al final me he acostumbrado, supongo.
Sólo llevábamos dos semanas de clase, y aunque es un período de tiempo relativamente corto, fue sido suficiente para que Soubi me resultase realmente atractivo. Tiene fama de mujeriego (aunque también tiene relaciones con hombres). Dicen que nunca ha estado con su pareja más de un par de días, pero que a pesar de ello, todas las chicas y chicos siguen detrás de él. Así que imaginaos lo contentos que estarían sus admiradores cada vez que iba a su clase y hablaba con los dos chicos más populares del colegio aún teniendo la apariencia que tengo. Todo el mundo me odiaba, lo tenía asumido. Pero por lo menos las personas que me importaban seguían a mi lado. Aunque he de decir en mi defensa, que no sólo es culpa mía el sentirme a traído por él: siempre que tenía la oportunidad me cogía por la cintura, me revolvía el pelo o me tocaba la frente con la excusa de que parecía que tenía fiebre. Y pretendía no darse cuenta, pero sabía perfectamente los efectos que causaba sobre mí cada vez que lo hacía.
Pero bueno, cuando por fin creía haberme acostumbrado a mi vida de secundaria, Shinichi me dio una sorpresa que, sin saberlo, cambiaría el rumbo de mi vida allí.

-¡Ciel-kun!¡Adivina quién viene la semana que viene! -fue lo que dijo Shinichi cuando entró en mi clase a toda velocidad a la hora de la comida mientras agitaba un papel.
-Mo-chan, control -le escuché decirle Takashi a un Mo-chan emocionado.
-Shinichi-nii, ¿qué pasa? -le pregunté tratando de esconder mi sonrisa.
-¡Es Catherina!¡Dice que viene la semana que viene a estudiar en nuestro centro con su hermano!
-¿Catherina? -dije mientras cogía el papel que me mostraba. Era un carta:


¡Hola chicooooooooooooos!
¡Ya tengo muchas ganas de verlos! Y como sé que vosotros también a mí... ¡que sepáis que dentro de una semana empezaré a estudiar en vuestro instituto! Sí, habéis leído bien. La alucinante Catherina viene a alegraros la vida, que no me cabe duda que Shinichi seguirá tan despistado y alegre como siempre, pero ¿y tú Ciel?¿Te los estás pasando bien? Shinichi me ha dicho que has hecho buenos amigos así que simplemente he sentido que debo conocerlos.
(un saludo a Mo-chan y Takashi ^.^ )

P.D.: Alois también viene conmigo, que en cuanto se ha enterado de que voy a ver a Ciel-kun ha dicho que quiere venir, así que... ¡Buena suerte Ciel! ^.^U

Un besito a todos, hasta prontoooo ♥



Catherina … Casi ni me acordaba de ella. Lo que recuerdo es que era muy alta, con el pelo rubio, muy claro y ondulado. Ojos lilas, piel blanca y rasgos nórdicos mezclados con asiáticos. Es una chica muy alegre y competitiva con un gran don para la música dotada de una hermosa voz. Siempre ha cuidado bien de mí y de mi hermano, es como nuestra hermana mayor (aunque tiene la misma edad que Shinichi). Y... bueno, aunque es cierto que es muy protectora con nosotros, siempre va a su bola. Tiene un humor también bastante peculiar: se ríen todos menos la persona a la que le está gastando la broma... bueno... vale.... no es peculiar: es un poco cabroncita. Pero una cabroncita sana.
Y respecto a su hermano... no lo recuerdo. Sé que tiene mi edad, pero al última vez que lo vi, teníamos tres años, me extraña que él se acuerde de mí.

-Pero... ¿Van a venir desde Noruega?¿Con quién se quedarán? -le pregunté a Shinichi.
-Con sus abuelos.¡Oh, Ciel! ¿No te parece emocionante? Compartir la secundaria con Catherina, sin duda será interesante -decía Shinichi mientras se sentaba en la mesa (en la mesa, no en la silla) que tenía delante mía.
-¿Quién es Catherina? -preguntó curioso (y celoso) Mo-chan.
-Es amiga nuestra. Iba mucho por Inglaterra y por casualidad, nuestros padres se conocieron y desde entonces hemos mantenido el contacto. Nos trata como si fuéramos sus hermanos pequeños, aunque tiene mi misma edad, y no vais a encontrar a otra chica con un don para la música como ella.
-Es tu novia ¿no? -dijo (intentó decir) Mo-chan al mismo tiempo que Takashi le tapaba la boca.
-¿A que te refieres con don para la música? -preguntó con una sonrisa inocente como si no estuviese medio ahogando a Mo-chan.
-Pues... -comenzó Shinichi tratando de no prestarle mucha atención a lo que tenía delante, sin éxito. No estaba acostumbrado a verles así, por lo que hablé yo, que ya me parecía algo normal verles peleándose.
-Catherina tiene una voz muy hermosa, además de que sabe tocar muchos instrumentos y le apasiona la música. Sin duda creemos que cumplirá su sueño de ser cantante, tiene muchos puntos a su favor.
-Ohh... Ya veo, ¿entonces debería de tener miedo de perder a mi querido Shinichi? -dijo Soubi mientras cogía a oniichan por el cuello y me dirigía una mirada pícara, provocativa.
-¡Soubi!¿Cuándo has llegado? -le preguntó un Shinichi inocente.

Hacía ya un tiempo que hacía eso: se aprovechaba de la ingenuidad de Shinichi. Seguro que el beso en la frente de la enfermería no significó nada. Sería una manera que se le ocurrió para calmar mis nervios y aunque yo me excite con tan solo recordar el roce de su piel, seguro que para él no fue nada importante. Sino ¿por qué acosaría tan a menudo a Shinichi? Es cierto que algunas veces me permitía el lujo de deleitarme con su tacto, incluso llegué a pensar que era alguien especial para él, pero en cuanto vi cómo trataba a Shinichi-nii, supe que se comportaba igual con todo el mundo, que aquellos roces ocasionales, empujones involuntarios y acercamientos fortuitos, no eran más que eso.

-Hace un momento -dijo mientras le soltaba el cuello y se sentaba a su lado, en la mesa, MUY pegados.
-¡Puah!¡¿PERO TU ESTÁS TONTO?! ¡CASI ME AHOGAS ANIMAL! -gritó de repente Mo-chan mientras se libraba de los brazos de Takashi (me había olvidado de él).
-Vaya, ¿sólo casi? -preguntó Takashi divertido.
-¡Malo! -refunfuñó intentando pegarle.
-¿Y cuando viene exactamente Catherina? -le pregunté a Shinichi intentando no pensar en esos dos ni en lo cerca que estaba de Soubi.
-Pues... creo que me dijo que llegaría el lunes. Pero no me hagas mucho caso, sabes que no suelo prestar atención a esos detalles.
-Seguro que viene el lunes -dije intentando darle ánimos.
-Pues claro, tú nunca te equivocas -declaró Soubi mientras le daba... un beso... en la mejilla.

No entendí bien mi reacción, ni siquiera fui consciente de lo que estaba haciendo hasta que ya estaba en la entrada del colegio. Al ver eso, mi pecho se contrajo de la manera más cruel que pudo, dejándome sin respiración y con lágrimas en los ojos permitiéndome sólo coger mi mochila y salir corriendo de allí, intentando olvidar aquella escena. Pero yo no estaba con Soubi, y nunca lo estaría, y es algo que tendría que haber pensado antes de … enamorarme de él.

domingo, 12 de febrero de 2012

Capítulo 3 : Sí, se puede ser tan afortunado.

Arrgghh. Qué dolor de cabeza. Me pitaban los oídos y estaba tan cansado. Me desperté en una cama, ¿quién me había puesto en una cama? La verdad es que no me importaba, sólo sabía que no quería levantarme, era tan cómodo... me gustaría haberme quedado así todo el día. Giré un poco sobre mí mismo y... ¡por Dios! No sabía que una cama podía ser tan agradable.

- Mierda, ¿estás tonto o qué?

¿Quién había hablado? Me sonaba la voz pero, ¿estaba soñando o era de verdad? Abrí un poco los ojos y lo primero que vi fue una hilera de camillas, un armario transparente con muchos botes y cajitas, varias cortinas y butacas. Estaba en la enfermería (supongo). Pero no veía a nadie, ¿quién había dicho eso? me incorporé un poco y... ¡Ouch! Me caí otra vez en el colchón. Estaba muy débil. Inconscientemente me llevé la mano a la cabeza por el zumbido que la llenaba, sólo quería que parase ya.

- Por fin has despertado -otra vez esa voz. Me giré un poco y ... ¡Ahh!¿Qué hacía él aquí? Soubi... tan guapo... No, no podía gustarme un hombre, me prometí a mí mismo que ningún otro hombre entraría en mi corazón, y más un hombre que me hacía abrir heridas pasadas por lo que lo único que acerté a hacer es a lanzarle una mirada de desprecio.
- ¿Qué haces tú aquí?

POV de Soubi.

¿Ese era el hermano de Shinichi? Pero si era el paleto que me había encontrado esa mañana en el pasillo. Despeinado, gafotas, empollón, nerd y fracasado. Además, lo que más odio en una persona: demasiado simple. Con sólo mirarle se ponía rojo, era patético.

-Encantado de conocerle. Por favor, cuide bien de mí -dijo mientras me hacía una reverencia. No sabía que quedaran tipos tan inocentes. Aunque no era para nada mono, ni siquiera podía ver como era la mitad de su cara, la tapaban esas gafas tan inútiles. Pero sus reacciones eran lindas, quizá pudiera divertirme un rato. “Veamos como reacciona el conejito” pensé.
-Hum. ¿Este es el hermano de Shinichi? -mmmh, por el momento hice que reaccionase- Gracias a Dios que no te pareces a él -le dije esta vez a Shinichi. Había logrado que me mirase. “Hum, ¿ y ahora que vas a hacer?¿Te vas a ruborizar y vas a salir corriendo?”
-¡Soubi! -me gritó Shinichi. ¿Acaso dije alguna mentira? Por Dios, solo había que mirarle, pero si estaba.... estaba.... ¿por qué estaba llorando? Oh, venga. Ahora el malo era yo.
-Ciel. ¡Ciel! Está bien Ciel, no pasa nada estoy aquí.¡Ciel!¡Respóndeme! -Shinichi estaba histérico. Le abrazaba como si tuviese miedo de que se fuera a romper. Ahora sé que los Usagiwa son unos exagerados, si tan sólo le dije...
-¡SUÉLTAME! -gritó Ciel angustiado. Le miré a los ojos y... parecían vacíos, es como si realmente no estuviera allí. Esto no era normal, parecía estar reviviendo algo realmente doloroso y... tenía tantas ganas de abrazarlo..., de consolarlo..., de hacer que dejase de sufrir.
-¡Soubi!¡Sujétale los brazos! -¿me estaba hablando a mí? -¡SOUBI!
-¡Voy! -tan desesperado..., nunca pensé en ver así a Shinichi -¡Au! ¡Me ha mordido!
-¡Eso no importa, sólo intenta que no se haga daño!-quién me mandaba a mí meterme en estos líos.



Entre gritos y súplicas por parte de Ciel, llegamos a la enfermería. Extrañamente la enfermera sabía perfectamente qué debía hacer. Nos pidió que esperásemos fuera y mientras Shinichi se paseaba el pasillo de un lado a otro, yo lo único que hice fue intentar curarme el mordisco en la fuente.

-Siento haberte metido en esto- Shinichi ya estaba más calmado y me esperaba sentado en un banco al lado de la puerta de la enfermería.
-No te preocupes. Pero ya me estás contando qué ha sido todo eso -lo vi dudar, pero no pensaba dejar que me ocultase nada.
-¿Recuerdas a Kazaki-sempai?
-¿Masuhiro?¿El tío que te acosaba? -baboso de mierda. Aún recuerdo las veces que tuve que quitárselo a golpes de encima.
-Sí.
-Pero se mudó hace tiempo, ¿qué tiene que ver él con esto? -Shinichi se tensó y clavó su mirada en el suelo obviamente intentando calmarse por lo que venía a continuación
-Ese tipo... él... -parecía muy nervioso y agobiado. Le pasé un brazo por el hombro intentando tranquilizarle, pero sólo conseguí sorprenderle, estaba claro que su mente se encontraba muy lejos de allí.
-¿Qué pasó Shinichi?
-Esa escoria... violó a Ciel.

¿Violar?¿Había escuchado bien?¿Ese niño tan frágil e inocente fue violado por aquel desecho?

-¿Cómo has dicho? -apenas pude ocultar mi furia, y aunque no sé de dónde salía tal sentimiento, no me cabía la menor duda de que era por el crío que se encontraba al otro lado de la puerta.
-Cuando le dejé muy claro que nunca habría nada entre nosotros, se enfureció tanto que empezó a rondar mi casa. Ni siquiera se acercaba, simplemente la espiaba esperando a que saliera para abordarme. Pero siempre iba acompañado o venías a buscarme, porque sabías que algo así podría ocurrir, así que nunca se acercó.
>> Pero cuando nos fuimos de viaje a Hokkaido, mi hermano dijo que no le apetecía venir, porque tenía que ponerse el bañador y no le gustaba que los demás le vieran el cuerpo -Shinichi sonrió tristemente ante aquel recuerdo. No me gustaba verle así, pero le dejé continuar, sentía más curiosidad que compasión en esos momentos.
>>Y, bueno. Masuhiro aprovechó esta ocasión para entrar en nuestra casa. No sabía que tenía un hermano pequeño, por lo que pensó que la casa estaría vacía, y quería registrarla en busca de algo que pudiera usar en mi contra para chantajearme y así obligarme a salir con él. Pero al entrar se llevó una sorpresa al ver cono un niño de 13 años salía desnudo del cuarto de baño sin nada más que una toalla en la cadera. Se cegó ante la idea de poder tener a aquel niño e inmediatamente se olvidó de que me “quería”, y pensó que me haría más daño romper el corazón de mi hermanito pequeño que el mío... y tenía razón.
>>Salió sin hacer ruido y al día siguiente se acercó a Ciel intentando hacerse su amigo. Poco a poco se ganó su confianza, hasta que un día, le dijo que si quería salir con él. Ciel estaba muy confuso y emocionado, porque era la primera vez que alguien que no fuera familiar suyo le trataba tan bien y al final cayó en la trampa de Masuhiro y se enamoró de él. Yo veía a Ciel muy feliz, y cuando le pregunté la causa, me dijo que estaba saliendo con alguien. Yo no quise meterme, pues hacía tiempo que no sonreía tan sinceramente, pero cuando descubrí de quién se trataba, intenté por todos los medios que rompiera con él.
>>Le conté todas las cosas que había hecho, y aunque quiso creerme, estaba enamorado. A no ser que el mismo Masuhiro le demostrara el tipo de persona que era, él nunca lo creería. Al final conseguí que me hiciera caso al presentarle a sus ex-novias, y al demostrarle cómo las había tratado a todas decidió que debía romper con él, aunque eso significara perder a la persona que más había amado nunca. Pero Masuhiro cayó en su propia trampa: se había obsesionado con Ciel y no quiso permitir que se fuera, así que lo encerró en su casa y durante un día entero lo violó sin descanso. Ni siquiera le dejó comer o dormir, simplemente le hizo el amor como si no fuera más que un pedazo de carne.

Al terminar temblaba de rabia y odio. Al igual que yo. No me hizo falta que siguiera con la historia, pude adivinar lo que venía después: se mudó por no poder soportar la humillación de que todos le vieran como un violador y dejó a Ciel destrozado, traicionado por su único amor después de haberlo usado.

-Antes -me sorprendió escuchar su voz tan calmada-, cuando le has dicho eso... Te has parecido mucho a Masuhiro -¿me estaba comparando con esa mierda?
-¡Sabes que yo jamás le haría eso a nadie! -grité furioso.
-¡Nunca he dicho que fueras capaz de hacerlo! Pero... la manera en que se lo has dicho... Realmente parecías él. Por lo que Ciel debe de haber caído en una especie de shock al recordar todo aquello. Él no quería que nadie lo viera así, pero ahora todos lo saben y... seguro que cuando despierte y se de cuenta no quiere volver a la escuela- dijo enterrando la cabeza en sus manos. No fue mi intención causar nada de aquello, yo solo quería jugar un rato, como hago siempre, pero de ahí a hacer que sufriese un ataque de histeria...
-Ciel... -dije captando la atención de Shinichi-. ¿Por qué Ciel tiene tanto miedo a que le vean? -lo dije sin pensar, pero realmente quería saberlo. Pero me arrepentí al ver como Shinichi sonreía con tanta tristeza.
-Piensa que es feo. Que no está bien ser como es, pero la culpa de eso la tienen los niños -no supe qué clase de expresión debía de tener en ese momento pero debió de ser un poema porque Shinichi reprimió una carcajada.
-¿Qué quieres decir? -pregunté mirando a otro lado.
-Ciel en realidad no es japonés, y yo tampoco, nacimos en Inglaterra. Nuestro padre es medio japonés y medio inglés, y nuestra madre es inglesa, por lo que yo saqué esa “mitad” de mi padre, por eso parezco un japonés. Pero Ciel es la viva imagen de su madre. Delicado, pequeño, frágil pero muy valiente, aunque él no lo sepa, honrado,... Pero también ha sacado su apariencia: pelo blanco como la nieve y ojos azules como el lapislazuli, labios pequeños y nariz respingona, parece una muñeca -mientras Shinichi sonreía con el amor fraternal más grande que había visto nunca, yo no dejaba de pensar: “¿Pelo blanco?¿Ojos azules?¿Estamos hablando del mismo Ciel?”
-Pero... Ciel no tiene el pelo blanco -defendí.
-Se lo tiñe -respondió entre triste y dolido.
-¿Por qué?
-Porque... Verás, nosotros nos mudamos aquí cuando Ciel apenas tenía 4 años, no recuerda muchas cosas de Inglaterra, por lo que tampoco recuerda que casi toda la gente de allí tiene los ojos y el pelo claro, así que al venir aquí y ver a todos con el pelo y los ojos oscuros, pensó que él era demasiado diferente, y le daba vergüenza mostrarse en público, y empezó a ir con gorra y gafas de sol a todas partes. Pero un día jugando se le cayeron y todos le vieron el pelo y, ya sabes lo crueles que somos de niños, todos se burlaron de su pelo y sus ojos y le dijeron cosas como “¡Fuera de aquí extranjero!” o “Vete a tu país”. Desde ese momento pensó que no era una persona bonita, que debía ocultarse para que los demás no se dieran cuenta de que no estaba bien ser como era.
-Pero eso es absurdo.
-Se lo hemos dicho millones de veces, pero el no quiere mostrarse tal como es, y empezó a teñirse el pelo y aprovechó su miopía para ocultar sus ojos con unas gafas enormes. Poca gente sabe cómo es en realidad. De hecho, creo que solamente 9 personas conocemos su verdadera apariencia -quise preguntarle quiénes eran esas 9 personas, pero en ese momento salió la enfermera para avisarnos de que ya podíamos entrar. Antes no me hacía mucha ilusión estar en la misma habitación que el chico que me había pegado un mordisco, pero ahora era diferente, ahora quería estar con él porque... ¿por qué? ¡Aaaah!¡Me estaba poniendo sentimental con un criajo!¡Bah!
-Es la última camilla -nos indicó la enfermera.
Al llegar no lo reconocí. Estaba tan... adorable. Tumbado boca arriba, con su pecho cubierto únicamente por la sábana, sin las gafas, con los mechones que caían lacios a ambos costados de su cabeza. Y esos labios tan suaves, tan húmedos, tan esponjosos y pequeños, tan...
-Soubi, yo tengo que ir a hablar con los profesores y explicarles todo, ¿te quedas tú con Ciel?
¿Yo?¿Con esa preciosidad a solas?¿Estás seguro Shinichi-nii?
-Claro, no hay problema -respondí con mi mejor sonrisa. En cuanto salió por la puerta acompañado por la enfermera supe que no me iba a poder controlar si volvía a mirarle, así que me puse al lado de la ventana para esperar a que despertara: no quería causarle dos traumas en un día, y seguro que despertarse mientras te están medio violando, no es una muy buena experiencia. Por lo que me prometí a mí mismo que no le miraría hasta que despertara.



¿En verdad os creíais que iba a cumplir mi palabra? Parece mentira que no me conozcáis.
Me acerqué con paso lento hasta la orilla de la cama, observando como su pequeño pecho subía y bajaba con su respiración haciendo que la sábana se le resbalara ligeramente revelando sus ruborizados botones. Paseé mis dedos por su hombro, seguido de su clavícula, haciendo que soltara un leve suspiro que hizo entreabrir sus labios ligeramente. Me pregunté: “¿Qué pasaría si...?” Acerqué la yema de mis dedos a su pecho, haciendo pequeños círculos en las orillas de sus rosados, hasta que la circunferencia fue disminuyendo su diámetro para permitirme pellizcarlos suavemente y deleitarme con el gemido que se ahogó en su garganta. Con una sonrisa de suficiencia, aparté los poco mechones que descansaban en su frente para poder contemplar la expresión del ángel más puro que Dios jamás haya creado. Pero mi atención fue captada por los labios semiabiertos que me pedían atención a gritos. Rosados, húmedos, iguales que un capullo de rosa cubierto de rocío. Parecía mentira que aquel tesoro fuera el mismo que horas antes había etiquetado como “simple”, cuando ahora el que estaba excitado por la simple visión de sus labios era yo. Fui agachando mi cabeza para permitirle a mis labios el gusto de comer aquella fresa que me esperaba con impaciencia, pero justo cuando estaba a unos milímetros, se revolvió en su cama y yo me di cuenta de lo que estaba haciendo.


“Te has parecido mucho a Masuhiro”


¿Realmente quería ser como ese gusano?¿Aprovecharme de Ciel cuando apenas era consciente de sí mismo? No, eso no iba conmigo. Resultaría más entretenido ver sus reacciones. Me senté en una butaca enfrente de su cama y me recriminé a mí mismo por retomar los pensamientos lascivos que había decidido dejar atrás.

-Mierda, ¿estás tonto o qué? -me dije a mí mismo en voz alta.

A los pocos segundos, observé como la pequeña flor que tenía delante iba despertándose. Y realmente tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no saltarle encima cuando se intentó incorporar y se cayó por la falta de fuerzas. “Demasiado débil, demasiado fácil” No dejaba de repetirme “Te gustan los retos, no seas rastrero, no te aproveches de esta situación” Pero no quería dejar pasar aquella ocasión, así que hablé antes de que soltara alguna estupidez de la que me pudiera arrepentir después.

-Por fin has despertado -no fui capaz de decir nada más elaborado.

Cuando me miró, sentí como si respirara todo el aire del planeta, pues nunca había visto unos ojos tan hermosos: un azul tan puro como las alas de un ángel, tan profundo como el fondo del océano, tan misterioso como las sombras de la noche y tan salvajes como una fiera desbocada.

Bum, bum.

Mierda, ¿eso había sido yo?

Me puse un poco feliz al ver que ya estaba recuperado, pero todos rastro de ilusión se esfumó en cuanto dejó salir su voz:

-¿Qué haces tú aquí? -vaya, el gatito sabía arañar. Veamos qué más expresiones me podías mostrar.


Fin POV de Soubi.



No me respondía, solo me miraba entre divertido y satisfecho, y eso me ponía demasiado nervioso. Pero le veía borroso, demasiado borroso, ¿acaso eran síntomas del desmayo? Pero podía apreciar perfectamente su arrogancia a kilómetros de distancia. Cada vez estaba más inquieto, así que me cansé de esperara una respuesta que nunca iba a llegar.

-¿Q-qué miras? - pregunté incómodo.
-Simplemente apreciaba las vistas - ¿las vistas?¿Qué..?
-¡Uaaaaah!¡¿Dónde está mi camisa?! -dije tapándome con las sábanas y (por la quemazón de mis mejillas) ruborizándome. No podía creer que de todas las personas, tuviera que ser él el que me viera así. Señaló con la cabeza una silla más alejada y allí pude apreciar cómo descansaban mi camisa y mi jersey y.... ¿mis... gafas? ¿¡No llevaba puestas las gafas?! Me palpé la cara en su busca, pero no estaban, y comprendía que lo veía todo borroso porque no las tenía puestas. Agaché la cabeza de golpe, intentando que los mechones de pelo fueran suficientes para cubrir mis ojos. “¿Los habrá visto?¿Habrá visto que mis ojos no son normales?” me decía a mí mismo una y otra vez.
Tenía que vestirme, no podía ver mi cuerpo, sino se burlaría de mí por tener un cuerpo tan femenino. Pero en cuanto me levanté noté que mis piernas cedieron, y … me estampé de bruces contra el suelo.

-Oig,oig,oig... -decía mientras me sobaba la cabeza. Me había dado un buen golpe.
-Bobo -miré hacia arriba y vi como Soubi me tendía una mano para ayudarme pero algo en su sonrisa me hizo retroceder. Quizá demasiado porque me di en la nuca con la mesita que estaba al lado de la cama.
-¡Aygigigigi...! -mierda... Sin duda ese no era mi día. Primero me desmayo, luego me caigo de la cama, después me doy en la nuca con una mesa... No quería saber que sería lo siguiente.
-Deja de hacer el tonto -otra vez me ofrecía la mano para levantarme. Esta vez estaba arrodillado frente a mí, extendiendo la mano y poniendo su cabeza al nivel de la mía.

Bum,bum.

Oh, no.

Bum, bum.

Otra vez no.

BUM,BUM.

No podía mirarle a los ojos. Agaché la cabeza de nuevo y apreté las manos contra mi pecho para no tener que dárselas, pero al darme cuenta de que seguía medio desnudo, lo hice más para cubrirme el pecho que por otra cosa. Vi como iba acercando su mano hasta mi mejilla, lentamente, provocativamente. En el instante en el que su piel rozó la mía, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me encogí ante este sentimiento instintivamente.

-¿Tanto te repele mi tacto? -¿repelerme? Moriría por sentirlo otra vez. Ante la sorpresa que me causaron estas palabras, le miré confundido. ¿Como podía siquiera pensar que me repelía su tacto? Pero al ver la burla en sus ojos me di cuenta de que realmente no pensaba eso.
-Por fin me miras.

Me ruboricé tanto en ese momento, que cualquiera hubiera dicho que me había disfrazado de tomate. Cuando Kazaki-sempai me hizo aquello, me prometí que mi corazón jamás volvería a latir por un hombre, pero ahí estaba, en el suelo de la enfermería, semi-desnudo derritiéndome por uno de los hombres más atractivos que había tenido al oportunidad de conocer. Y por desgracia (por fortuna) mi sonrojo no pasó desapercibido.
Volvió a acariciar mi mejilla, esta vez ejerciendo un poco más de presión que antes pero sin llegar a resultar molesto. Pero el hecho de que estuviera viendo mi cara, hizo que me echara hacia atrás, pegando por completo mi espalda contra la fría madera y alejando su tacto. Pero al parecer esto no desagradó mucho a Soubi, sino que le divirtió. Sentí entonces como la mano que antes acariciaba mi mejilla, se cerraba en mi tobillo y tiraba de mi hacia abajo, haciendo que en un segundo, estuviera completamente tumbado en el suelo con Soubi sobre mí. Y entonces, volví a recordar.


“-¡No!¡Kazaki-sempai!¡Para!
-¡Estate quieto!
-¡Detente!
-Si no lo hacemos por las buenas... lo haremos por las malas.
Me dio la vuelta y me estampó contra la cama, con la cara sobre el colchón, sentí como sus manos iban subiendo por mi cuerpo a través de la ropa, como mis lágrimas no dejaban de fluir y la repulsiva manera en la que se restregaba contra mí.
Cada vez que callaba mis gritos y mis súplicas, la manera en que intentaba que dejara de llorar mientras me golpeaba, y el dolor de ser traicionado por mi primer amor no eran nada comparado con la magnitud del odio que desprendían sus palabras.
-Por favor... suéltame... -supliqué con un hilo de voz a las 5 horas de estar allí.
-Pero Ciel-kun, si acabamos de empezar”




-¡NOOOOO! -empujé con todas mis fuerzas al ser que tenía delante. Cuando abrí los ojos de nuevo, observé como un impresionado Soubi me miraba tirado en el suelo a 2 metros de mí. Creía que era Kazaki-sempai. Estaba harto de que su recuerdo no sólo me persiguiera en sueños, sino que también tuviese que aguantarlo cada vez que alguien me tocaba. Lo único que quería era poder sentir el calor de otro ser humano sin que este me produjera recuerdos dolorosos.
-Soubi....y-yo....yo...¡lo siento!
Me levanté y fui directo hacia la silla con mi ropa. Quería salir de ahí cuanto antes, no quería escuchar lo que me tuviese que decir, pues sabía que me echaría en cara lo que acababa de hacer, y no quería que él me odiase, porque si le contaba lo que hizo Kazaki-sempai, seguro me odiaría, pensaría que era una persona sucia con un cuerpo extraño y diferente. Y no quería eso. Sobretodo si era Soubi.
-¡Ciel!¡Espera! -dijo mientras me agarraba por el brazo.
-Suéltame por favor … -dije con los ojos llorosos.
-Dame una buena razón.
-¡Porque no quiero que me odies! -grité dándome la vuelta- No quiero... que me odies... -no puedo contener las lágrimas- Tú no...
-Ciel -de repente, sentí como unos brazos fuertes y cálidos me rodeaban-, no te voy a odiar. No hay nada de lo que puedas hacer para que te odie -a pesar de habernos visto por primera vez esa misma mañana, sentía que nos conocíamos desde hacía mucho tiempo.
-¿Y si ya lo he hecho? -no quería que se alejara de mí, no por culpa de Kazaki-sempai.
-¿Qué quieres decir...?
-...¿Y si lo que podía hacer para que me odiaras... ya lo he hecho? -la sola idea de contárselo me aterraba, pero debía hacerlo, aunque el recordarlo me doliera como mil puñales, debía contárselo.
-Hace unos años... -comencé-, un tipo... m-me....m...me... -no podía decirlo.
-¡Para! No fue culpa tuya, fue culpa de ese desgraciado, no te culpes más -dijo mientras me abrazaba. Me quedé petrificado, ¿cómo lo sabía?
-¿Cómo lo has...? -pregunté intentando separarme, pero Soubi no me lo permitió.
-Shinichi, Shinichi me lo contó.

Cuando me di cuenta de que estaba en brazos de un medio desconocido, del que sólo sabía el nombre, pensé en que me había vuelto loco, porque la sensación no me desagradó para nada. Pero recordé cómo me había tratado antes. ¿Y si intentaba volver a hacer algo? Comencé a temblar muy débilmente, pero lo suficiente como para que él lo percibiera, y como si me leyese la mente, dijo:

-No voy a hacer nada que no quieras, tranquilo -y depositó un suave y tierno beso nada esperado en él sobre mi frente.

Después de calmarme, me ayudó a vestirme, y antes de llegar donde se supone que estaba mi hermano, me dijo: “¿Sabes? Cuando te quitas las gafas, estás adorable.” Me ruboricé hasta las orejas, y sin poder replicarle, recibí un saludo de mi hermano.

-¡Ciel!¿Cómo estás? -dijo mientras me observaba preocupado.
-Tranquilo niichan, estoy bien ahora -y esbocé una sonrisa que sólo le dedicaba a él.
-Como me alegro, y espero que hayas conocido a Soubi. Que sepas que él también va a cuidar de ti.¿Ne?¿Soubi?
-Por supuesto -respondió con una sonrisa depredadora pero a la vez, protectora.

Al llegar a mi aula y abrir la puerta, descubrí que estaban en medio de clase. A pesar de ser el primer día, los profesores se empeñaban en presentar su asignatura, así como lo descontentos que se mostraban cuando alguien interrumpía su materia.

-Llega tarde, ¿dónde estaba?¿Cuál es su nombre?
-D-disculpe -dije nervioso por sentir todas las miradas sobre mí-. Estaba en la enfermería. M-me llamo Ciel, U... -dudé en decir mi apellido, pero era un profesor, debía hacerlo- Usagiwa Ciel.
-¿U-usagiwa?¿Usted es el hermano de Shinichi? -preguntó incrédulo. Revisó su lista, y al comprobar mi fotografía, me miró. Yo asentí y su cara cambio totalmente-. ¡Vaya! ¡No sabía que tendría el honor de enseñar a un Usagiwa! Por favor tome asiento.

Y ante las celosas miradas de toda mi clase, me senté.

-¡Chst! -me giré, era Mo-chan, que me miraba desde su mesa, la que estaba delante de la de Takashi-. ¿Qué tal? -preguntó en un susurro.
-Bien, siento haberlos preocupado -respondí.
-No pasa nada, pero no nos asustes así -dijo esta vez Takashi.
-Sí -respondí con una sonrisa.
-¡Wow! Realmente podría enamorarme de tu sonrisa -dijo un Mo-chan con los ojos brillantes. Ante esto solo pude callar, mirar mi mesa (ruborizarme) y pensar:
“¿Se puede ser tan afortunado?”

jueves, 9 de febrero de 2012

Capítlo 2 : Para que sonrías

3,2,1 y …..

RIIIIIIING

Sí, por fin se había acabado. Ya podía ver a oniichan. Solo tenía que coger el almuerzo y salir de clase, aunque tal y como era la escuela, estaba seguro de que me iba a perder. Sería mejor que saliese ya, así si me perdía por lo menos tendría tiempo de encontrarle y no llegar tarde a la sig...

-¡Ciel-kuuuuun! -¿pero quién? Ah, Mo-chan, me había olvidado de ellos.
-Mo-chan, Takashi-kun.
-¿Comes con nosotros? -me preguntó Takashi mientras me mostraba su almuerzo.
-Oh,... B-Bueno yo... iba a ver a niichan... -dije mientras bajaba la voz. Realmente no me gustó rechazar su oferta, hacía mucho tiempo que nadie me decía eso (mucho tiempo = nunca), pero realmente quería comer con Shinichi.
-¡YAYYYYY!¿Podemos ir?¿Ne?¿Podemos?¿Podemos? -si no fuera porque me subirían la graduación de las gafas, hubiera jurado que a Mo-chan le había salido cola y la estaba moviendo como si le fuera la vida en ello.
-Eso depende de Ciel. ¿Y bien?¿Nos dejas acompañarte?

¿Dejarlos?¿Me pedían permiso a mí?¿Ellos querían estar conmigo? Debería ser yo el que les pidiera que viniesen. No hay duda, eran unas bellísimas personas.

-¡C-cla-claro! No hay problema -no pude ocultar una sonrisa. Hacía mucho que no me sentía tan...bien.
No dejaban de mirarme. ¿Qué pasaba?
-¿Pasa algo? -pregunté
-No pero, ¿sabes? Ciel-kun se ve muy lindo cuando sonríe -sus palabras parecían sinceras, pero no puedían decirlo en serio. Sólo querían ser amables, y tonto de mí, que no pude controlar el ruborizarme. Agaché la cabeza. Seguro que no me veía nada guay en ese momento.
-V-vámonos. Se nos hará tarde.

Al final fue buena idea el que vinieran conmigo, de no ser por ellos, habría acabado en el cuarto del material. Cuando llegamos al pasillo de segundo, me di cuneta de que la mayoría de la gente estaba fuera de las aulas, por lo que se me hizo casi imposible llegar hasta la clase de mi hermano. Pero afortunadamente (creo), Mo-chan sabía a la perfección cuál era la clase de Shinichi. Cuando entramos, todas las miradas se dirigieron hacia mí. No me podía creer que el rumor se hubiese extendido tan rápido.¡Pero si cuando lo habían descubierto estábamos en clase! No entendí como se habían enterado ya de que soy su hermano.

-Sí, sí. Mi hermana que está en su clase, me ha mandado un mensaje con una fotografía. ¡Sin duda ese idiota es el hermano de Shinichi-kun!

Vale, ya había descubierto como la gente lo sabía. Gracias a una chica que hablaba demasiado alto ahora sé que los de mi clase al enterarse habían empezado a mandar mensajitos a sus amigos. Genial, ya era conocido en toda la escuela. Si yo sólo quería admirar desde lejos a mi oniichan, no pedía nada más.

-¡Ciel! -esa voz...
-¡Niichan! -como amo a mi hermano, no le importa que su imagen se vea dañada, me abrazó igual que siempre.
-Oh Ciel, no sabes lo preocupado que estaba. ¿Por qué no me has esperado? Te hubiese acompañado hasta tu clase.
-Lo siento. La masa de gente me arrulló.
-Bueno en ese caso no pasa nada. Y así me gusta, que sonrías.

“A mí sí que me gusta tu sonrisa” pensé. No es mentira, la sonrisa de mi hermano es increíble. Enérgica, libre y sobre todo deslumbrante. Admiro todo su ser. ¡Ah, se me olvidaba!

-Shinichi, estos son Takashi-kun y Mo-chan.
-Un placer -dijo Takashi.
-Encantado -añadió Mo-chan sonrojado pero alegre.
-Sois... ¿amigos de Ciel? -preguntó mi hermano dubitativo.
-Sí. Nos hemos conocido antes. Es un chico muy agradable -respondió Takashi.
-¡Oh! Por favor, cuiden bien de él -hacía tiempo que no veía a niichan sonreír así. Me miró, me volvió a abrazar y me susurró:
-No sabes cuánto me alegro de que tengas buenos amigos.
-¡Shinichi!¡Tengo hambre!

¿Esa voz...? Me sonaba muchísimo. Sabía que la había oído.... pero ¿dónde? Nos liberamos del abrazo y miramos detrás de mi hermano. Oh Dios. Ahí estaba. ¡El chico de esa mañana! Ahora llevaba sólo la camisa y la corbata un poco floja. Las mangas remangadas y lucía un brazalete de cuero en su muñeca derecha. Venía hacia nosotros mientras se quitaba el flequillo de la cara con una mano y ponía la otra en sus caderas. Era tan, tan, tan... ¿tan? ¡JODER!¡Seguía siendo un hombre!¿¡Esque ahora era homosexual o qué!?

-¡Oh! Lo siento Soubi. Se me olvidó que no puedes estar más de tres horas sin comer -dijo mi hermano mientras esbozaba una cálida sonrisa. ¿Suobi, eh? Bonito nombre. ¡Mierda!¡Deja de pensar eso!
-Pues entonces deja de parlotear y vamos a comer de una vez.
-Ya va, ya va. ¡Ah! Soubi, estos son Takashi-kun, Mo-chan y mi hermano Ciel, el chico del que te hablé -nos lanzó una mirada interrogante a los tres, como si no nos hubiera visto y cuando llegó a mí, detuvo su mirada y..

Bum, bum.

¿Eh?¿Qué era ese sonido?

Bum, bum.

Argh. Me dolía el pecho y...

Bum, bum....

...sus ojos,...

BUM, BUM....

¿siempre habían sido tan brillantes?

-...el-kun,¡Ciel-kun!
-¡Ah!¡Sí! -mi hermano me sacó de mis cavilaciones pero ...¿qué demonios me pasaba?
-¿No vas a presentarte? -¿presentarme? ¡ah! Claro eh...
-¡Sí! Encantado de conocerle. Por favor, cuide bien de mí -dije mientras hacía una reverencia. Mierda...mierda....mierdamierdamierda. Él era un hombre y yo también. ¿Por qué reaccionaba ante él?
-Hum. ¿Este es el hermano de Shinichi? -¿desde cuando su voz era tan hiriente?
-Gracias a Dios que no te pareces a él -le dijo a Shinichi.
-¡Soubi! -replicó mi hermano. Aún seguía en pose de reverencia, levanté mi cabeza y me encuentré con sus ojos, pero su sonrisa de suficiencia detuvo mi sonrojo. ¿Por qué tenía que ser tan idiota? Ya sé que no soy digno de ser hermano de niichan, pero no hace falta que me lo restregase por la cara, para eso ya estaba...

“-¿De verdad te pensabas que me gustabas? Por favor... Jamás podrás alcanzar a tu hermano. No eres tan importante, desde un principio sabías que estaba contigo por tu hermano, no me hagas reír. Si estás sufriendo es sólo porque quieres, no me eches la culpa a mí, estúpida rata empollona.”

...él.
Mierda, ya no podía detener las lágrimas. Shinichi sabía lo que me pasa. Sabía que aquel hombre me utilizó para llegar a él. Por eso siempre es tan cuidadoso con mis compañías, porque no quiere que me vuelvan a herir. Mierda...ya no quiero... llorar más, no por él. No quiero volver a llorar más por ese hombre que me utilizó. Porque...

“-Ciel-kun. Sal conmigo,¿ne? Lo pasaremos bien”

...él...

“-Vamos, solo dolerá si no te relajas”

...me...

“-¡He dicho que te relajes maldita sea!”

...violó.

Creo que la gente empezó a gritar, o alguien había empezado a hablar muy alto. Pero los sonidos eran muy lejanos. No les entendía, ¿qué decían? Miré a mi hermano y lo vi... ¿doble? Parecía muy alterado. ¿Qué pasaba? Ya cállese, sólo quería dormir, estaba tan... cansado. Oh, mierda. Me estaba.... ¿desmayando?

miércoles, 8 de febrero de 2012

Capítulo 1: El principio del fin de un Nerd

Un mestizo. Diferente. Extraño. Eso es lo que soy.
Desde la primera vez que me miré a un espejo, supe que no encajaba con los demás. A pesar de ser un hombre, mi complexión delgada y mi debilidad me convierten en el objetivo de todas las burlas y miradas. Oculto mi pelo con un tinte y mis ojos con unas gafas. Mi cuerpo con capas y capas de ropa y mi voz simplemente no tengo que taparla, pues nunca la dejo salir. No soy muy alto y mis facciones delicadas sin duda me hacen parecer una muñeca; mi piel es pálida y mis manos muy finas: no estoy orgullosos de mi cuerpo. Soy un hombre encerrado en una cubierta de porcelana.
Mi abuela era inglesa, por lo que mi padre fue un cruce entre oriente y occidente. Vivió con mis abuelos en Londres (Inglaterra) durante mucho tiempo, donde conoció a mi madre (otra inglesita) y se casó con ella. Tuvieron dos hijos: mi hermano Shinichi y yo, Ciel.
Al contrario a mí, Shinichi ha sacado sin duda lo mejor de los dos. Es alto como mi padre, guapo como mi madre, gentil como mi abuela, elegante como mi abuelo y al contrario que yo, no ha sacado este ridículo pelo blanquecino ni estos estúpidos ojos azules. Su cabello es totalmente negro y sus ojos oscuros como la noche, tiene un cuerpo atlético y bien definido y una personalidad fresca y alegre. Sin duda todos buscan su compañía. Al contrario que yo. Desde pequeño, los niños se burlaban de mí, me señalaban con el dedo y decían “¡extranjero, vete a tu país!”. Y de los mayores escuchaba “Así que tú eres el hermano de Shinichi... Espero que te parezcas a él”. Pero nunca me he parecido a él, ni siquiera parecemos hermanos, y aunque me gustaría odiarle, por hacerme ver aún más inferior de lo que soy, no puedo hacerlo, porque él fue de las pocas personas que nunca me insultó. Siempre ha sido muy amable y agradable. Me ha ayudado cuando los demás se metían conmigo y me ha defendido. Así que se puede deducir que las únicas ayudas que he recibido en mi vida han sido por ser “hermano de Shinichi”.
Al cumplir los 13 años me di cuenta de todo esto, cuando me empecé a fijar en una chica llamada Rina. Era muy femenina y guapa, y no cabe duda de que yo no era el único que se fijaba en ella, así que no me hice ilusiones. Pero un día, ella me habló, y realmente era muy amistosa conmigo, hasta que me di cuenta de por qué lo hacía:

Flashback

“-Ciel-kun, ¿Te importaría darle esta carta a tu hermano? Eres muy cercano a él, seguro que si se la das tú la lee. Por favor, ¿ne?”

Fin del Flashback

A partir de ahí me di cuenta de lo genial que era mi hermano y de que yo no era más que la sombra de su sombra. Metí mi cabeza en los libros, me hice invisible y para todo el mundo pasé desapercibido.
Cuando entré en la preparatoria de mi hermano asumí que la gente no va a reparar en mí, por lo que tampoco se creerían que yo sea el hermano de Shinichi, así que no pasaría nada porque le mirase desde lejos (no os confundáis, lo mío es solo un sano complejo de hermano mayor). El día de la ceremonia de apertura y me vestí lo mejor que pude para disimular mi cuerpo “de mujer”. Me apliqué un tinte nuevo y mis anteojos no dejaban ver más allá de mis narices. Llevaba el flequillo largo (para impedir que en algún descuido se me viesen los ojos) y un jersey que me tapaba hasta media mano, me miré al espejo: sin duda si buscarais el apelativo “común” en el diccionario saldría mi foto.

El instituto era realmente grande. Sinichi no me habló de los enormes jardines, ni de las renovadas aulas de música y arte, y mucho menos de su gigantesca biblioteca. Sin duda estos serían unos buenos años. Pero como siempre, el hermano imperfecto de Sinichi llegaba tarde. No eoncontraba la entrada principal y... maldita sea ¡¿cuántas entradas tiene esa dichosa escuela?! En las últimas tres había un profesor que me lanzó una mirada de pena o de desprecio (creo que mi apariencia no debía ser muy buena en esos momentos, aunque lleva siendo así los últimos 10 años).
Por fin la encontré, y creo que es buen momento para mencionar mi gran sentido de la orientación: era la que tenía un cartel que ponía “entrada principal”.
Eran las 8:43 y aún no había encontrado el salón, creo que con suerte llegaría a la hora de la comida. Tendría que haber salido con Sinichi, siempre va antes con un amigo pero ese día tardé más por eso de ponerme el tinte y él no me explicó NADA de dónde demonios están las salas. Si al menos pudiera...

- ¡Auch!

Genial, para colmo me dide bruces con alguien (alguien muy grande por cierto, me tiró al suelo a pesar de ser yo el que iba corriendo).

- ¿Pero a ti qué te pasa?¿No sabes que no se corre en los pasillos? -tenía una bonita voz, una bonita y enojada voz. Levanté la vista y … por el amor de Buda. Qué chico más guapo. Alto, de pelo moreno hasta casi los hombros, ojos castaños oscuros, labios carnosos, espalda ancha, porte elegante y ... ¿¡Pero qué cojones estaba pensando!? ¡Era un hombre! El golpe me había afectado demasiado.
- Perdón -dije instantáneamente escondiendo mi rostro-. Soy nuevo y llego tarde, realmente no quería...
- Ya vale. Si buscas el salón de actos está en la planta baja, puerta 15 del pasillo -dijo él mientras se ponía a caminar otra vez. Ni siquiera me ayudó a levantarme, pero no me sorprende, nadie ayuda a un nerd como yo (nadie excepto mi hermano). ¡¿Pero qué estaba pensando otra vez!? ¡Llegaba tarde!
Gracias -dije mientras eché a correr. Creo que mi hermano se iba a enfadar si no llego. Le hubiese gustado que le viera dando el discurso de la ceremonia. Debía darme prisa.



Llegué intentando respirar un aire que mis pulmones no encontraban, y aunque al abrir la puerta hice bastante ruido, nadie se fijó en mí, solamente unos ojos negros como el carbón me vigilaron desde que entré, sin duda mi hermano se preocupa por mí. Le devolví una sonrisa cómplice y le articulé con los labios “¡lo siento mucho!” Pero él le quitó importancia con un gesto y me dijo “¡No pasa nada!¿Estás bien?” No pude hacer más que asentir, porque ahora me sientía perfecto, sé que mi hermano no dejaría que me pasase nada malo.
Pasó el tiempo y cada vez me sentía más agobiado, no estaba acostumbrado a estar con tanta gente. Sólo fui para ver a mi hermano dar su discurso, no quería aguantar esto. En vez de estar viendo a un hombre calvo hablar sobre la seguridad del centro, podría estar en la cama leyendo algún libro, o simplemente durmiendo o viendo...

- … y ahora les hablará el representante de los alumnos de tercero, Usagiwa Shinichi.

Era todo lo que necesitaba escuchar para prestar atención, y cual fue mi sorpresa al comprobar como los ojos de todos los presentes (tanto hombres como mujeres) se clavaban en la figura que (elegantemente) subía los escalones al escenario para comenzar su discurso. Sin duda mi hermano era una persona excelente, con unas calificaciones perfectas y un as en el deporte. ¿Quién no le miraría? Y no solo eso, era una bellísima persona. Era la única persona (a parte de mis padres) que me decía que no tenía por qué esconder mi cuerpo así, que yo era hermoso tanto por fuera como por dentro y que yo le gustaba tal y como era. Y agradezco mucho esas palabras, no os creáis, pero sigue siendo mi hermano, el tipo de persona que diría algo así sólo por levantarle el ánimo a alguien.
Antes de que me diese cuenta, la ceremonia había terminado, y me vi arrollado por una masa de estudiantes que se veían ansiosos por ver en qué clase estaban así que, al traste mi plan para ver a Sinichi antes del receso.
Busqué mi clase en las listas, y aunque me costó bastante (pues la gente no parecía verme y me tiraba al suelo literalmente para ver las listas por encima de mí) encuentré mi nombre en la clase 1-A. Al entrar vi una escena que se repetía año tras año: todos los alumnos estaban ya en grupitos dispersos que claramente habían sido formados mucho antes de llegar allí. Encontré un asiento libre al lado de la ventana, el final del todo, y me senté a esperar a que empezara todo. Pero era el primer día, todo tarda demasiado, y me negaba a observar como la gente me ignoraba o me lanzaba miradas escudriñadoras, así que sacqué un libro y empiecé a leer.

- ¡Aaaaaaah!

¡Joder! Aún estábamos a primera hora y ya había sido partícipe de dos caídas. Un chico de mi misma clase se había caído sobre mí, al parecer por culpa de un empujón de un segundo que nos miraba entre preocupado y divertido.

- ¡Perdón! ¡No te había visto! ¿Estás bien? -me preguntó el chico que seguía sobre mí. Claro que no me había visto, nadie me ve.
- Sí, tranquilo -pero su mirada me pareció amable, así que aventuré algunas palabras más-. ¿Y tú?
- Ahh... Sí, sí. Pero esque aquí el chimpancé me ha empujado.
- ¿De quién ha sido la culpa? -preguntó el “chimpancé”.
- ¿¡Ehhh!? ¡Sólo te he preguntado qué tal tus vacaciones!
- No es una pregunta inocente cuando se hace al oído mientras me coges el cuello -respondió tranquilo el otro.
- ¡Mmmmmmhh! Antes eras más cariñoso.

Verlos así me recuerdó a un viejo matrimonio y no me pude contener, se me escapó una risita inocente que esperé no les hubiese ofendido, pues me miraron inmediatamente como sorprendidos.

- ¡Oh! Perdón, es sólo que me resultan graciosos.
- Jajaja. ¡No pasa nada! Pero eso fue inesperado, te ves muy lindo cuando sonríes -dijo el más infantil. Pero eso sí que no me sientó bien, estaba claro que se estaban burlando de mí, no hay forma de que yo me vea lindo. Pero antes de que pudiese replicarle siguió hablando.
- Yo soy Momo, puedes llamarme Mo-chan. Y el chimpancé es Miyagi Takeshi.
- Encantado Miyagi-kun.
- Llámame Takeshi -respondió con gesto amable.

Hacía tiempo que no hablaba con gente tan simpática. Aunque pensándolo bien, hacía tiempo que no hablaba con nadie.
Mo-chan ere un chico menudo de complexión delgada. El pelo castaño claro era obviamente decolorado y me sorprendió que no le hubiesen hecho quitarse el aro en la oreja. Tenía los ojos castaño claro y le había hecho algunos retoques al uniforme como remangarse, soltarse la corbata y usar camiseta en vez de camisa. No tenía pinta de macarra, sino más bien de chico alegre y despreocupado y sus facciones le daban un aire felino. Parecía un chico gracioso.
Takeshi en cambio era más alto y corpulento. Tenía el pelo más corto (pero esque Mo-chan lo llevaba hasta los hombros) y sus ojos estaban detrás de unas gafas que (al contrario que las mías) le daban un aire intelectual y pícaro. Parecía sereno aunque activo. En vez de la chaqueta llevaba un jersey y al contrario que Mo-chan, llevaba el uniforme en regla. Pero he de admitir que le quedaba muy bien.

- Yo me llamo Ciel, Usagiwa Ciel.
- ¿Usagiwa? -se escuchó decir a una chica de un grupo más allá. Y así toda la clase fue mirándome, murmurando cosas como “¿Ese es el hermano de Usagiwa?”,”Imposible, ¿has visto que nerd?” o “Pobre Shinichi-kun, tener que compartir apellido con alguien como él”.
Pero no me afectaba, me había preparado mentalmente para estas situaciones, y aunque los comentarios duelan, sé que son verdad, así que intenté no prestarles atención.

- Encantado Ciel-kun. Espero que nos llevemos bien durante este curso- giré mi cabeza. Era Takashi. Sin duda era una buena persona.
- Gracias -no sé a que me refería, pero … me alegro de haberle dado las gracias. Un momento, ahora que recuerdo... ¿por qué Takashi estaba sujetando a Mo-chan? Ahora forcejeaban. Ahora Mo-chan se había soltado. Ahora me miraba y.... ahora tenía miedo o.o'.
- ¿¡ERES HERMANO DE SHINICHI-KUN!? -me preguntó mientras me cogía las manos.
- Haa... Mo-chan, prometiste que este año te contendrías -suspiró Takashi con resignación.
- Ehh...S...S-Sí -respondí nervioso por la cercanía del chico. Hacía tiempo que nadie se me acercaba tanto si no era para empujarme.
- ¡¿Has oído eso Takashi?! Esto tiene que significar algo... ¡es cosa del destino! -dijo mientras... espera, ¿Había mariposas a su alrededor?
- Perdónale Ciel-kun, pero los últimos años, Momo ha estado un poquitín obsesionado con tu hermano.
- ¡No es obsesión, es amor! -replicó Mo-chan volviendo de su ensoñación mientras hacía un puchero.
- Tranquilo Takashi, no importa, ya estoy acostumbrado -dije intentando quitarle importancia.
- ¿Y cómo es Shinichi fuera de la escuela? Seguro que siempre se levanta con una sonrisa y te saluda con una mirada amable que hace que te derritas -dijo Mo-chan mientras se conviertía en... ¿flan?
- Pues claro, mi hermano es realmente genial. Desde pequeño siempre ha sido el mejor. Ha tenido las puntuaciones más altas y ha ganado todos los campeonatos. Pero no solo eso. Es muy amable y cariñoso. Siempre me defiende y me ayuda. Sólo las buenas personas perderían su preciado tiempo con alguien como yo... -se me fue ido apagando gradualmente la voz y había ido agachando inconscientemente la cabeza. Seguro que pensaron que quería autocompadecerme. Levanté la cabeza sobresaltado al darme cuenta y al ver cómo me miraban con un poco de tristeza, intenté borrar ese sentimiento de sus caras
- P-pero oniichan es realmente una buena persona. Me alegro de que te guste alguien como él, no tienes nada que perder -dije forzando una sonrisa.
- Realmente dudo que alguien como Mo-chan pueda ser serio, no puede mantener una pareja más de una noche -comentó Takashi mientras cerraba los ojos y se apoyaba en su mesa (que es la que tenía al lado).
- ¡Qué cruel Taka-chan! -gritó Mo-chan.
- No me llames así -le respondió con voz seria.
- ¡Entonces no insinúes que soy una mala puta!
- No insinúo nada, lo afirmo.
- ¡Baaaaaka!

Si no fuera porque después de eso se pusieron a parlotear sobre temas diversos, diría que hablaban en serio, pero parecían tener una relación de suma confianza, por lo que no les afectaba... supongo.
Me quedé impresionado. Realmente quedaban personas buenas en este mundo, puede que me quedase una pequeña esperanza. Pero al intentar volver a mi libro, me percaté de que la mayoría de la clase seguía mirándome, juzgándome. Mierda, aún no había abierto la boca y ya le caía mal a la mitad del mundo. Miré mi reloj. Las 10:35. El profesor acababa de llegar. Aún me quedaba un hora para el receso y ver a oniichan... creo que podría aguantar.